Actualmente en España nos seguimos rigiendo por la convención única de estupefacientes de 1961, que clasifica como droga el cannabis y todos sus derivados, por lo que prohíbe la producción y distribución de las flores tanto de marihuana como de cáñamo para consumo humano. No obstante, el CBD es una molécula que no cumple con las características para ser considerada estupefaciente ni psicotrópica, por lo que no tendría que recibir el mismo trato, y así lo está manifestando la Organización Mundial de la Salud (OMS) en sus últimos informes.
Numerosos países han visto necesario un cambio de legislación referente al producto, por ejemplo, en EEUU, el CBD derivado del cáñamo es legal en todo el país, mientras que el CBD derivado de la marihuana solo es legal en algunos estados.
Más cerca, en Europa, la principal característica de la normativa europea sobre esta materia es la fragmentación. No existe ningún tipo de instrumento que aúne la diversidad de legislaciones nacionales, de tal forma que, en algunos Estados miembros de la UE, los productos derivados del cannabis con CBD pueden considerarse suplementos alimenticios y por tanto legales, pero en otros, no.
Esta disparidad crea una situación contradictoria. Según una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, del 5 de marzo de 2009, es posible adquirir productos derivados del CBD en aquellos países en los que su producción no es legal, gracias al principio de unidad de mercado y libre circulación, siempre que haya sido producido legalmente en un país cuya legislación lo permita.
Un ejemplo de evolución es Suiza, siendo uno de los pioneros en la despenalización del cannabis ‘light’, siempre que los niveles de CBD sean altos y los de THC no sobrepasen el 1 %. Desde 2011 se puede comprar marihuana no solo en ‘grow shops’, sino también en los habituales establecimientos donde podemos encontrar tabaco y prensa escrita. Incluso ya está presente en algún supermercado de la cadena Lidl.
Otro ejemplo es Italia, donde se puede consumir y comercializar cannabis siempre que los niveles de THC no sobrepasen el 0,6 %. Desde el pasado año, más de 130 establecimientos tienen autorización para vender ciertas variedades ricas en cannabidiol, lo que ha servido a la comunidad de este país para reivindicar más permisividad en el consumo de la marihuana.
En Francia, tal y como decretaron las autoridades a finales del pasado año, las condiciones para que se comercialicen productos con CBD es que estos tengan un contenido inferior al 0,2 % de THC. Pero hay que puntualizar que dicho umbral hace referencia a la planta, no a la presencia de THC en el producto final. Así, los productos que contienen THC, independientemente de su porcentaje, están prohibidos. También la normativa hace referencia a las semillas y fibras del cáñamo, no a sus flores, es decir, sus cogollos. Por ello, el cannabis ‘light’, aunque tuviese poco contenido de THC, de entrada sería ilegal por tratarse de cogollos.
Otros ejemplos similares dentro de la Unión Europea son Austria, Bélgica, Dinamarca, Holanda y Rumania.
En Sudamérica, encontramos a Uruguay, el primer país del mundo en legalizar el cannabis para uso médico y recreativo y, en general, se le considera el país más “avanzado” en América Latina en cuanto al trato del CBD.
Colombia legalizó el cannabis medicinal en 2015. Gracias a su clima favorable y a los bajos precios de la mano de obra, actualmente se ha convertido en un centro de producción global.
En 2015, Jamaica aprobó una ley que reduce a un delito menor la posesión de pequeñas cantidades de cannabis y permite el cultivo de hasta cinco plantas. Además, se establecieron las bases para regular la comercialización del cannabis con fines medicinales.
Argentina legalizó el cannabis con fines de investigación médica y científica en marzo de 2017. Sin embargo, existe un mercado negro importante para los productos de CBD debido a la falta de cumplimiento de una ley que resulta ambigua frente a las diversas jurisdicciones regionales.
En diciembre del 2015, el Gobierno de Michelle Bachelet en Argentina aprobó una normativa que autorizaba la elaboración y venta de medicamentos derivados del cannabis, aunque de forma restringida y con precios fuera del alcance de la mayoría. Para las organizaciones a favor de la planta, el modelo legal vigente, de carácter prohibitivo, está fracasando, creando más problemas que soluciones a los fenómenos asociados al consumo, producción y comercio de sustancias psicoactivas.
El mercado en Brasil es idéntico al español, ya que sigue estando muy limitado, al tratar el CBD igual que el THC. De esta manera, el cannabidiol (CBD) importado es el único producto legal de este tipo en el país, aunque solo existen alrededor de 4.600 consumidores legalmente autorizados para importar y usar CBD.
África ocupa el segundo lugar después de América en términos de producción y consumo de marihuana, según el Informe Mundial sobre Drogas 2019 de las Naciones Unidas. De los 54 países del continente africano, solo tres (Lesoto, Sudáfrica y Zimbabue) permiten el uso médico de la marihuana, mientras que Zambia está esperando a promulgar una ley que lo permita. También Malawi es el último país africano en considerar la legalización del cannabis terapéutico, ya que su industria tabacalera, su mayor fuente de divisas, ha disminuido mucho debido a las campañas contra el tabaco.